Papi Santiago

El patio, la tierra.


Ojos de cachina, boca vomitiva,
algunos pelos amarillos,
el escuerzo sonreía,
me miraba
noté que tenia un colmillo;
bostezaba pensamientos
que la noche comprendería
mordiéndose la lengua.
El misi le fastidiaba y el arañazo
mitológico del escuerzo lo derrota;
el alarido del dominio.
El ladrido del can lo despertó
y el grito tenebroso se arrastra
por los suelos.
La tarde impedía semejante pelea,
el Apocalipsis de los ángeles
fracasaría.
La noche con ojos de cachina,
el monstruo sonreía,
acechaba,
husmeando la tierra .

El amanecer, blanco resplandor
el escuerzo no se va;
mira los meses;
merodeando el contorno,
habla por las noches con las almas
en pena;
fantasmas que lo adoran.

El escuerzo vestido de piel de oro
Me mira, parpadea
¿Qué busca?
comida, no es,
siempre la misma escena,
olía a cadáver
hasta que era tragado
por las sombras de la noche
merodeando, merodeando,
pestes y blasfemias,
el señor del oro y las almas
en pena.
Por la ventana lo observo
de madrugada
aun sigue allí,
su sonrisa imperceptible,
su colmillo con sangre;
rezo, cruz, rosario,
alcohol, cigarro,
amenazas…
En una visión del infierno
dijo:
-necesito un santo,
dámelo.
pero yo no tengo un santo,
- necesito una vida,
dámela.
Entonces le solté al los gansos
gritó y gritó
juro vengarse
rezó, amenazó
conjuró blasfemias, hechizos;
el oro de su lengua
y su colmillo sangriento,
liquidaron a un ganso.

El viento llegó y con él
tinieblas de polvo;
el escuerzo
había sido
despedazado y engullido
por los gansos.

Entonces los gansos sin saberlo
Matarían a mi pequeño
hijo…

cuando me haya ido.

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